Notas sobre la Musica

Hace unos días vi este short en YouTube, en el que un músico interpreta la misma pieza musical en varios estilos, una demostración que ha resonado en mi mente desde entonces.

Me gustó mucho porque destaca las diferencias de cada estilo musical. Esto me hizo preguntarme: ¿es esta demostración de praxis solo posible para un experto? Aunque me falta el criterio para detectar imperfecciones sutiles, quizás eso también forma parte de la técnica. Ser capaz de cometer errores de forma imperceptible podría considerarse una muestra de buena praxis.

Aquí entra Aristóteles en escena[1]. En su libro “Ética a Nicómaco”, destila estos conceptos[^tecne]:

  • Techné: El saber-cómo, los conocimientos que te permiten hacer algo.
  • Praxis: El hacer, la aplicación práctica de ese conocimiento.
  • Poiesis: La creatividad, o la aplicación innovadora del conocimiento para crear algo completamente nuevo.

En este contexto, saber tocar el piano, conocer solfeo y dominar los distintos géneros musicales es techné. Tocar los instrumentos y hacerlo de forma satisfactoria es praxis. Componer una pieza musical original es poiesis.

Los géneros musicales se van desarrollando poco a poco a partir de pequeñas demostraciones de poiesis. Cada vez que un músico experimenta e intenta algo nuevo, evoluciona y con él, la música.

Al interpretar diferentes estilos, me pareció claro que cada género tiene su propia huella, como un idioma con su cadencia, tono, armonía y forma de expresarse únicos.

También me sugirió que la música comunica, enviando mensajes como si fuera otro idioma, pero es más potente porque, aunque no entiendas el contenido, transmite el mensaje a través de las sensaciones. Aristóteles hace referencia al poder catártico [2], que creo que se puede aplicar a la música para ayudarnos a procesar emociones.

Interpreto a Kant como creyendo que la música es el lenguaje de las emociones, similar a la poesía por expresar ideas estéticas. Hegel, en cambio, la situaba por debajo de la poesía, pensando que la música era una manifestación interior y de la razón. Para Schopenhauer, era la supresión del yo, una voluntad cósmica.

Por ejemplo, las bandas sonoras a menudo trascienden las películas que acompañan. La música es clave para definir el tono de una película: suspense, tragedia, comedia, cada una se matiza con música en las producciones audiovisuales.

Después de ver el video de Jaime Altozano, me di cuenta de que me había perdido la mitad de la película. Por cierto, no creo que sea casualidad la facilidad que tienen los músicos de interpretar escenas en términos de sentimientos y colores.

Como ocurre con un idioma, el contexto y los géneros musicales se influyen mutuamente, haciendo de la música algo dinámico. Esto es común en las artes, las ciencias y cualquier actividad humana recurrente. La medicina y la física avanzan con nuestro conocimiento. Los músicos buscan diferenciarse de sus antecesores, al igual que los jóvenes crean una jerga nueva para diferenciarse de la generación anterior.

La ciencia está descubriendo esto, aunque nosotros lo hemos estado experimentando de forma implícita desde hace tiempo. Una buena historia o una melodía adecuada que resuena con nosotros nos hace más receptivos y afecta directamente a nuestro estado de ánimo [3], incluso ayudándonos a superar situaciones difíciles.

Por tanto, no es de extrañar que existan tantos géneros y formas de expresarse, ya que hay tantas combinaciones de emociones y contextos como personas en el mundo.

Volviendo al punto de partida, un músico experto parece necesitar una alta sensibilidad emocional, es decir, ser capaz de sentir e interpretar las emociones para transmitirlas a través de su arte.

Si la música transmite información y nos conecta emocionalmente, actúa como un lenguaje universal. Es como una conversación milenaria que sentimos físicamente. Los géneros musicales serían como distintas mesas en un café, cada una con su propia discusión sobre un tema común, o quizás diferentes respuestas a la misma conversación. Es estimulante pensar en estos términos.